COLABORACIONES
Máquinas que cuentan historias. La inteligencia artificial y la literatura del futuro.
Igual que pasó con el ajedrez, ¿llegará el día en que una máquina supere a un escritor humano? ¿Qué papel va a jugar la inteligencia artificial en el desarrollo de la literatura en los próximos años? ¿Cómo se sentiría un escritor al ver que ha sido reemplazado por una máquina y que su trabajo ya no es necesario? ¿Surgirá como profesión la de experto en el manejo de la IA para la creación literaria? ¿Hasta qué punto las obras de este serían suyas? ¿Dónde quedan los derechos de autor en el contexto de la inteligencia artificial? ¿Qué calidad literaria tienen los textos producidos ahora mismo por la IA? ¿Son comparables a los escritos por personas? ¿Ganará alguna vez una IA el premio Nobel? ¿Cómo afectará la IA a la riqueza y precisión del lenguaje y, por tanto, a su potencial literario?
De manera amena y divulgativa, este libro trata de responder algunas de estas preguntas o, al menos, de plantear un interesante debate al respecto, a través de ejemplos y contribuciones de expertos en la materia y de reconocidos escritores.
Incluye textos de Paula Martínez Gallardo, psicóloga; Mercedes Morán Ruiz, abogada en el Centro Español de Derechos Reprográficos (CEDRO); María Ángeles Naval, catedrática de Literatura Española en el Departamento de Lingüística y Literaturas Hispánicas de la Universidad de Zaragoza; Ricardo Ramos Pedragosa, traductor; y de los escritores Ana Alcolea, Joaquín Berges, Miguel Ángel Mañas, Clara Mendívil, Ricardo Ramos Rodríguez y Javier Sierra.
Igual que pasó con el ajedrez, ¿llegará el día en que una máquina supere a un escritor humano? ¿Qué papel va a jugar la inteligencia artificial en el desarrollo de la literatura en los próximos años? ¿Cómo se sentiría un escritor al ver que ha sido reemplazado por una máquina y que su trabajo ya no es necesario? ¿Surgirá como profesión la de experto en el manejo de la IA para la creación literaria? ¿Hasta qué punto las obras de este serían suyas? ¿Dónde quedan los derechos de autor en el contexto de la inteligencia artificial? ¿Qué calidad literaria tienen los textos producidos ahora mismo por la IA? ¿Son comparables a los escritos por personas? ¿Ganará alguna vez una IA el premio Nobel? ¿Cómo afectará la IA a la riqueza y precisión del lenguaje y, por tanto, a su potencial literario?
De manera amena y divulgativa, este libro trata de responder algunas de estas preguntas o, al menos, de plantear un interesante debate al respecto, a través de ejemplos y contribuciones de expertos en la materia y de reconocidos escritores.
Incluye textos de Paula Martínez Gallardo, psicóloga; Mercedes Morán Ruiz, abogada en el Centro Español de Derechos Reprográficos (CEDRO); María Ángeles Naval, catedrática de Literatura Española en el Departamento de Lingüística y Literaturas Hispánicas de la Universidad de Zaragoza; Ricardo Ramos Pedragosa, traductor; y de los escritores Ana Alcolea, Joaquín Berges, Miguel Ángel Mañas, Clara Mendívil, Ricardo Ramos Rodríguez y Javier Sierra.
Prólogo de Ricardo Ramos Rodríguez
El 10 de febrero de 1996, el ordenador Deep Blue derrotó al maestro ruso Garri Kaspárov en una partida de ajedrez. Aquello resultó un hito tecnológico, deportivo y mediático. Por primera vez, una computadora superaba a un campeón del mundo humano en esta disciplina. El duelo fue bautizado como El hombre contra la máquina. Veintiséis años después, el 30 de noviembre de 2022, la compañía de investigación OpenAI, fundada por Elon Musk y Sam Altman, lanza ChatGPT, un chatbot de inteligencia artificial especializado en el diálogo. ChatGPT es capaz, entre otras funcionalidades, de generar textos a partir de premisas, conversar, componer poemas o crear historias y personajes de ficción. No se trata de la primera herramienta desarrollada con estas capacidades, pero sí de la primera en lograr una popularidad global, alcanzando el millón de usuarios en sus cuatro primeros días de existencia. Igual que pasó con el ajedrez, ¿llegará el día en que una máquina supere a un escritor humano? ¿Ganará alguna vez una IA el premio Nobel? ¿Qué papel va a jugar la inteligencia artificial en el desarrollo de la literatura en los próximos años?
El 48-Hour Film Challenge es un reto del festival de cine Sci-Fi London en el que los concursantes tienen que producir un cortometraje en solo dos días. En su edición de 2016, el certamen contó con un participante inesperado. Se trataba de Jetson, una máquina de inteligencia artificial creada por el científico Ross Goodwin al servicio del cineasta Oscar Sharp. Jetson fue entrenado con películas del género como Blade Runner, Matrix, MadMax o Star Wars y escribió un guion titulado Sunspring, para el que compuso incluso una canción. El corto, de nueve minutos de duración, fue rodado con actores reales. No resultó ganador, pero puede verse en el canal de YouTube de la plataforma Ars. Por su parte, el 19 de mayo de 2017, la editorial china Cheers Publishing lanzó el poemario Sunshine Misses Windows, escrito por Xiaoice, un software de Microsoft. La colección incluye ciento treinta y nueve poemas sobre emociones humanas como la soledad o la alegría y es el primer libro escrito íntegramente por una inteligencia artificial publicado en la historia. Algunos estudios apuntan a que el primer best-seller no humano llegará a las librerías en 2050. Pero, ¿qué calidad literaria tienen los textos producidos ahora mismo por la IA? ¿Son comparables a los escritos por personas?
En la película Doce hombres sin piedad, de Sidney Lumet, un jurado debe decidir por unanimidad sobre la culpabilidad de un adolescente acusado del asesinato de su padre. A escasos minutos del final, solo un miembro sigue empeñado en que se le condene. Curiosamente, durante la deliberación, este ha comentado en reiteradas ocasiones cómo su amado hijo le abandonó. En el clímax, contemplando una foto en la que abraza a su heredero, rompe a llorar y pronuncia una única palabra: «inocente». Pero estas ocho letras encierran un significado mucho más allá de un simple veredicto. Capaz al fin de perdonar a su hijo por haberle matado metafóricamente, es capaz de perdonar también a un presunto parricida, contra el que no parece haber pruebas concluyentes. «Entre lo que me quieres y te quiero, aire de estrellas y temblor de planta, espesura de anémonas levanta con oscuro gemir un año entero», nos dice Lorca en unos versos. Mientras que, en Rebelión en la granja, una fábula sobre animales le vale a Orwell para criticar el régimen soviético de Stalin sin nombrarlo. ¿Es capaz la inteligencia artificial de emplear recursos como el subtexto, la metáfora o la ironía en sus creaciones? ¿Y el humor? ¿Persiguen sus palabras la belleza?
Técnicamente, Chat GPT es un modelo de lenguaje ajustado con técnicas de aprendizaje tanto supervisadas, alimentadas con ejemplos de conversaciones, como de refuerzo, clasificando las respuestas generadas por el modelo en conversaciones anteriores. Como esta, existen hoy en día muchas otras herramientas similares y no dejan de aparecer cada vez más, variando e innovando bien en su función, bien en su tecnología subyacente. De hecho, existe una rama de la inteligencia artificial, el Procesamiento de Lenguaje Natural (PLN), encargada específicamente de que los ordenadores sean capaces de entender, interpretar y manipular lenguas humanas, con aplicaciones diversas como la traducción automática, los asistentes virtuales o el texto predictivo. Pero, realmente, ¿cómo funcionan estas máquinas? ¿Cómo hacen para crear una historia o un poema? ¿Y cómo lo hacen los humanos? ¿Son comparables sus procesos creativos?
El mismo título de este libro, Máquinas que cuentan historias. La inteligencia artificial y la literatura del futuro, ha sido creado por la inteligencia artificial (y también su portada). Al preguntarle a ChatGPT «¿qué título le pondrías a un libro sobre la influencia de la inteligencia artificial en la literatura?», su primera respuesta fue «La inteligencia artificial en la literatura: una nueva era de la narrativa». Al pedirle «algo un poco más literario y metafórico», sugirió el finalmente elegido. ¿De qué formas puede un escritor usar la IA como herramienta en su proceso creativo? ¿Y un editor? ¿Puede ayudar a un corrector de textos o un traductor literario en su trabajo? ¿Es posible, en fin, la colaboración entre hombre y máquina para contar historias? Y, al hacerlo, ¿se potencia o se limita la imaginación? Es cierto que el algoritmo nos puede sugerir alternativas en las que tal vez nunca habríamos pensado. Pero también recuerdo la cantidad de sitios curiosos e inesperados que descubrí de niño al perderse mi padre con el coche. De aquellas equivocaciones nacieron historias y anécdotas familiares que aún perviven. En cambio, yo, que sigo diligente las indicaciones de Google Maps, nunca me pierdo. Hay caminos que uno nunca explora si solo sigue las señales.
Una vista del Boulevard du Temple de París cambió el mundo en 1838. Se trataba de una de las primeras muestras de un nuevo invento revolucionario: la fotografía. El debate no tardó en surgir: ¿acabaría aquel avance con el viejo arte de la pintura? Así lo creyeron Courbet o Baudelaire, que rechazaron las cámaras. Y no se equivocaban del todo. Un tipo concreto de pintura, el tradicional realismo, y en especial el retrato, pronto empezó a perder terreno. Sin embargo, otros nuevos surgieron de sus cenizas. Primero unos, como el Impresionismo, imitando aquella nueva mirada estática, fragmentada y luminosa del mundo que nacía. Y luego otros, como el Expresionismo o el Cubismo, alejándose de su precisión figurativa hacia lo abstracto, lo lírico y lo geométrico para diferenciarse de ella. La fotografía empujó a la pintura fuera de su zona de confort y la obligó a renovarse. ¿Pasará lo mismo con la literatura? ¿Evolucionará la escritura humana hacia nuevos géneros que imiten los textos producidos por la inteligencia artificial o que exploren las regiones más allá de los límites de la máquina?
El significado de «artesanía» ha cambiado con el paso del tiempo. Antes de la revolución industrial, era el único medio para producir objetos de uso corriente. La gente compraba al artesano vajillas, cestas o manteles para cubrir una necesidad. Sin embargo, hoy en día las fábricas producen estos utensilios en serie a mucho menor coste y buena calidad. Y, aun así, la artesanía sigue existiendo. Ahora el concepto ha cobrado un valor diferencial. Cuando alguien compra una vajilla a un artesano lo hace porque quiere algo distinto, único, irrepetible, imperfecto en ocasiones. Lo hace porque es humano y da valor al origen humano del objeto. ¿Nos comportaremos también así como lectores? Si los relatos de las máquinas llegan a ser tan buenos como los tenedores de las fábricas, ¿daremos valor a una historia de autor humano por el hecho de ser «hecha a mano»?
Bien es sabido que las compañías emplean nuestros datos personales en la red para dirigirnos publicidad acorde con nuestros gustos y probabilidades de compra. También se dice que el incremento de la polarización en la opinión pública responde en parte a las redes sociales y al hecho de que sus usuarios consuman únicamente contenido que les reafirma en sus creencias, apartando el algoritmo de sus ojos el resto de alternativas. ¿Llegará el día en que esta personalización del contenido llegue también a las historias de ficción? ¿Escribirá la inteligencia artificial, en pocos segundos, una historia diferente para cada uno de nosotros según nuestras preferencias? ¿Cómo afectaría esto al espíritu crítico? Muchas veces, cuando conozco a alguien nuevo, una de mis primeras conversaciones es sobre los libros o películas que nos gustan a los dos. Y en el trabajo, muchas mañanas, comento con los compañeros el último capítulo de una serie que estamos siguiendo. La ficción, entre otras muchas cosas, sirve también como espacio común y compartido por todos aquellos que disfrutamos de las mismas historias. Si cada uno lee la suya, ¿perderá la literatura su papel como nexo social y cultural?
La novela 1984, también de George Orwell, incluye en su tercer capítulo el siguiente párrafo: «La habían elegido para trabajar en Pornosec, la subsección del Departamento de Novela encargada de fabricar pornografía barata para los proles. Allí había trabajado un año entero ayudando a la producción de libritos que se enviaban en paquetes sellados y que llevaban títulos como Historias deliciosas, o Una noche en un colegio de chicas, que compraban furtivamente los jóvenes proletarios, con lo cual se les daba la impresión de que adquirían una mercancía ilegal». Al pedir a ChatGPT que escriba un relato erótico, su respuesta es la siguiente: «Lo siento, pero como soy una IA, no estoy programado para escribir contenido erótico o de cualquier otro tipo que pueda ser ofensivo o inapropiado». ¿Primará en los textos generados por la inteligencia artificial la libertad de expresión o la censura de contenidos? ¿Impulsará esta la inclusión o la discriminación? ¿Aumentará la pluralidad o facilitará la manipulación? No debemos olvidar que, para su entrenamiento, los algoritmos emplean textos escritos por humanos. Sus resultados son entonces, en cierto modo, síntesis de lo aprendido de nosotros. Así pues, ¿serán una forma de ponernos frente al espejo?
Cantando bajo la lluvia, El crepúsculo de los dioses, The Artist. Todas estas películas tratan sobre el mismo tema: la caída en desgracia de las estrellas del cine mudo cuando la irrupción del sonoro convirtió su arte en una reliquia en el Hollywood de finales de los años veinte. Bien por su voz, por su acento o por su gestualidad demasiado exagerada, ídolos como Gloria Swanson o Buster Keaton fueron sustituidos por otros nuevos con experiencia teatral o musical, como Greta Garbo o Gary Cooper. Un informe del Foro Económico Mundial apunta a que, entre 2020 y 2025, la combinación de automatización e inteligencia artificial destruirá 85 millones de empleos, pero a la vez hará que aparezcan 97 millones de puestos nuevos vinculados a ellas. ¿Cómo se sentiría un escritor al ver que ha sido reemplazado por una máquina y que su trabajo ya no es necesario? ¿Surgirá como profesión la de experto en el manejo de la IA para la creación literaria? ¿Hasta qué punto las obras de este serían suyas? ¿Dónde quedan los derechos de autor en el contexto de la inteligencia artificial?
«Las escuelas públicas de la ciudad de Nueva York prohíben el uso de ChatGPT a sus alumnos y maestros, preocupadas por su impacto negativo en el aprendizaje y la precisión de su contenido». «Un profesor pilla a un alumno de último curso de secundaria utilizando una inteligencia artificial para elaborar un trabajo sobre David Hume y la paradoja del horror». «Los colegios de Vigo se preparan para evitar plagios con los nuevos sistemas de IA». «Cinco formas de usar la herramienta ChatGPT en Educación». Son muchas las noticias que han aparecido en los medios de comunicación al respecto del impacto de la IA en la enseñanza. Muchos temen sus riesgos, mientras que algunos apuntan a sus oportunidades. ¿Cómo afectará el uso de aplicaciones de inteligencia artificial a la adquisición de capacidades de escritura por parte de niños y jóvenes? ¿Influirá esto en la creación literaria de las próximas generaciones?
La Fundación del Español Urgente, FundéuRAE, eligió «inteligencia artificial» como palabra del año 2022. Según el diccionario de la Real Academia Española, esta es «la disciplina científica que se ocupa de crear programas informáticos que ejecutan operaciones comparables a las que realiza la mente humana, como el aprendizaje o el razonamiento lógico». La propia RAE lanzó en 2020 el proyecto LEIA (Lengua Española e Inteligencia Artificial), una iniciativa con dos objetivos: procurar que se enseñe un español correcto a las máquinas y trabajar en el desarrollo de herramientas y aplicaciones que ayuden a los humanos a adquirir un buen uso del español. Por su parte, Facebook tuvo que apagar una IA que había desarrollado su propio idioma deformando el inglés para hacerlo más eficiente a su propósito. ¿Dictarán en el futuro las máquinas, a la par que los hablantes, la evolución de las lenguas? ¿Cómo afectará esto a la riqueza y precisión del lenguaje y, por tanto, a su potencial literario? Se estima que existen unas siete mil lenguas en el mundo. El asistente virtual de Google, el más políglota del mercado, habla menos de cuarenta. Es probable que la IA pueda escribir una novela en inglés o en español mucho antes que en lituano o samoano. ¿Causará la inteligencia artificial una brecha entre la literatura en lenguas mayoritarias y minoritarias?
Este libro trata de responder, a través de ejemplos y contribuciones de expertos, algunas de estas preguntas. Somos conscientes de que la rapidez del cambio tecnológico y social puede hacer que su contenido quede obsoleto a corto plazo, pero su intención es analizar el fenómeno en el momento histórico de su publicación. Todos los textos escritos por inteligencia artificial en los capítulos siguientes se han generado usando la aplicación ChatGPT. Si el lector quiere probarla, puede hacerlo en el siguiente enlace: https://openai.com/blog/chatgpt/.
Enero de 2023
El 10 de febrero de 1996, el ordenador Deep Blue derrotó al maestro ruso Garri Kaspárov en una partida de ajedrez. Aquello resultó un hito tecnológico, deportivo y mediático. Por primera vez, una computadora superaba a un campeón del mundo humano en esta disciplina. El duelo fue bautizado como El hombre contra la máquina. Veintiséis años después, el 30 de noviembre de 2022, la compañía de investigación OpenAI, fundada por Elon Musk y Sam Altman, lanza ChatGPT, un chatbot de inteligencia artificial especializado en el diálogo. ChatGPT es capaz, entre otras funcionalidades, de generar textos a partir de premisas, conversar, componer poemas o crear historias y personajes de ficción. No se trata de la primera herramienta desarrollada con estas capacidades, pero sí de la primera en lograr una popularidad global, alcanzando el millón de usuarios en sus cuatro primeros días de existencia. Igual que pasó con el ajedrez, ¿llegará el día en que una máquina supere a un escritor humano? ¿Ganará alguna vez una IA el premio Nobel? ¿Qué papel va a jugar la inteligencia artificial en el desarrollo de la literatura en los próximos años?
El 48-Hour Film Challenge es un reto del festival de cine Sci-Fi London en el que los concursantes tienen que producir un cortometraje en solo dos días. En su edición de 2016, el certamen contó con un participante inesperado. Se trataba de Jetson, una máquina de inteligencia artificial creada por el científico Ross Goodwin al servicio del cineasta Oscar Sharp. Jetson fue entrenado con películas del género como Blade Runner, Matrix, MadMax o Star Wars y escribió un guion titulado Sunspring, para el que compuso incluso una canción. El corto, de nueve minutos de duración, fue rodado con actores reales. No resultó ganador, pero puede verse en el canal de YouTube de la plataforma Ars. Por su parte, el 19 de mayo de 2017, la editorial china Cheers Publishing lanzó el poemario Sunshine Misses Windows, escrito por Xiaoice, un software de Microsoft. La colección incluye ciento treinta y nueve poemas sobre emociones humanas como la soledad o la alegría y es el primer libro escrito íntegramente por una inteligencia artificial publicado en la historia. Algunos estudios apuntan a que el primer best-seller no humano llegará a las librerías en 2050. Pero, ¿qué calidad literaria tienen los textos producidos ahora mismo por la IA? ¿Son comparables a los escritos por personas?
En la película Doce hombres sin piedad, de Sidney Lumet, un jurado debe decidir por unanimidad sobre la culpabilidad de un adolescente acusado del asesinato de su padre. A escasos minutos del final, solo un miembro sigue empeñado en que se le condene. Curiosamente, durante la deliberación, este ha comentado en reiteradas ocasiones cómo su amado hijo le abandonó. En el clímax, contemplando una foto en la que abraza a su heredero, rompe a llorar y pronuncia una única palabra: «inocente». Pero estas ocho letras encierran un significado mucho más allá de un simple veredicto. Capaz al fin de perdonar a su hijo por haberle matado metafóricamente, es capaz de perdonar también a un presunto parricida, contra el que no parece haber pruebas concluyentes. «Entre lo que me quieres y te quiero, aire de estrellas y temblor de planta, espesura de anémonas levanta con oscuro gemir un año entero», nos dice Lorca en unos versos. Mientras que, en Rebelión en la granja, una fábula sobre animales le vale a Orwell para criticar el régimen soviético de Stalin sin nombrarlo. ¿Es capaz la inteligencia artificial de emplear recursos como el subtexto, la metáfora o la ironía en sus creaciones? ¿Y el humor? ¿Persiguen sus palabras la belleza?
Técnicamente, Chat GPT es un modelo de lenguaje ajustado con técnicas de aprendizaje tanto supervisadas, alimentadas con ejemplos de conversaciones, como de refuerzo, clasificando las respuestas generadas por el modelo en conversaciones anteriores. Como esta, existen hoy en día muchas otras herramientas similares y no dejan de aparecer cada vez más, variando e innovando bien en su función, bien en su tecnología subyacente. De hecho, existe una rama de la inteligencia artificial, el Procesamiento de Lenguaje Natural (PLN), encargada específicamente de que los ordenadores sean capaces de entender, interpretar y manipular lenguas humanas, con aplicaciones diversas como la traducción automática, los asistentes virtuales o el texto predictivo. Pero, realmente, ¿cómo funcionan estas máquinas? ¿Cómo hacen para crear una historia o un poema? ¿Y cómo lo hacen los humanos? ¿Son comparables sus procesos creativos?
El mismo título de este libro, Máquinas que cuentan historias. La inteligencia artificial y la literatura del futuro, ha sido creado por la inteligencia artificial (y también su portada). Al preguntarle a ChatGPT «¿qué título le pondrías a un libro sobre la influencia de la inteligencia artificial en la literatura?», su primera respuesta fue «La inteligencia artificial en la literatura: una nueva era de la narrativa». Al pedirle «algo un poco más literario y metafórico», sugirió el finalmente elegido. ¿De qué formas puede un escritor usar la IA como herramienta en su proceso creativo? ¿Y un editor? ¿Puede ayudar a un corrector de textos o un traductor literario en su trabajo? ¿Es posible, en fin, la colaboración entre hombre y máquina para contar historias? Y, al hacerlo, ¿se potencia o se limita la imaginación? Es cierto que el algoritmo nos puede sugerir alternativas en las que tal vez nunca habríamos pensado. Pero también recuerdo la cantidad de sitios curiosos e inesperados que descubrí de niño al perderse mi padre con el coche. De aquellas equivocaciones nacieron historias y anécdotas familiares que aún perviven. En cambio, yo, que sigo diligente las indicaciones de Google Maps, nunca me pierdo. Hay caminos que uno nunca explora si solo sigue las señales.
Una vista del Boulevard du Temple de París cambió el mundo en 1838. Se trataba de una de las primeras muestras de un nuevo invento revolucionario: la fotografía. El debate no tardó en surgir: ¿acabaría aquel avance con el viejo arte de la pintura? Así lo creyeron Courbet o Baudelaire, que rechazaron las cámaras. Y no se equivocaban del todo. Un tipo concreto de pintura, el tradicional realismo, y en especial el retrato, pronto empezó a perder terreno. Sin embargo, otros nuevos surgieron de sus cenizas. Primero unos, como el Impresionismo, imitando aquella nueva mirada estática, fragmentada y luminosa del mundo que nacía. Y luego otros, como el Expresionismo o el Cubismo, alejándose de su precisión figurativa hacia lo abstracto, lo lírico y lo geométrico para diferenciarse de ella. La fotografía empujó a la pintura fuera de su zona de confort y la obligó a renovarse. ¿Pasará lo mismo con la literatura? ¿Evolucionará la escritura humana hacia nuevos géneros que imiten los textos producidos por la inteligencia artificial o que exploren las regiones más allá de los límites de la máquina?
El significado de «artesanía» ha cambiado con el paso del tiempo. Antes de la revolución industrial, era el único medio para producir objetos de uso corriente. La gente compraba al artesano vajillas, cestas o manteles para cubrir una necesidad. Sin embargo, hoy en día las fábricas producen estos utensilios en serie a mucho menor coste y buena calidad. Y, aun así, la artesanía sigue existiendo. Ahora el concepto ha cobrado un valor diferencial. Cuando alguien compra una vajilla a un artesano lo hace porque quiere algo distinto, único, irrepetible, imperfecto en ocasiones. Lo hace porque es humano y da valor al origen humano del objeto. ¿Nos comportaremos también así como lectores? Si los relatos de las máquinas llegan a ser tan buenos como los tenedores de las fábricas, ¿daremos valor a una historia de autor humano por el hecho de ser «hecha a mano»?
Bien es sabido que las compañías emplean nuestros datos personales en la red para dirigirnos publicidad acorde con nuestros gustos y probabilidades de compra. También se dice que el incremento de la polarización en la opinión pública responde en parte a las redes sociales y al hecho de que sus usuarios consuman únicamente contenido que les reafirma en sus creencias, apartando el algoritmo de sus ojos el resto de alternativas. ¿Llegará el día en que esta personalización del contenido llegue también a las historias de ficción? ¿Escribirá la inteligencia artificial, en pocos segundos, una historia diferente para cada uno de nosotros según nuestras preferencias? ¿Cómo afectaría esto al espíritu crítico? Muchas veces, cuando conozco a alguien nuevo, una de mis primeras conversaciones es sobre los libros o películas que nos gustan a los dos. Y en el trabajo, muchas mañanas, comento con los compañeros el último capítulo de una serie que estamos siguiendo. La ficción, entre otras muchas cosas, sirve también como espacio común y compartido por todos aquellos que disfrutamos de las mismas historias. Si cada uno lee la suya, ¿perderá la literatura su papel como nexo social y cultural?
La novela 1984, también de George Orwell, incluye en su tercer capítulo el siguiente párrafo: «La habían elegido para trabajar en Pornosec, la subsección del Departamento de Novela encargada de fabricar pornografía barata para los proles. Allí había trabajado un año entero ayudando a la producción de libritos que se enviaban en paquetes sellados y que llevaban títulos como Historias deliciosas, o Una noche en un colegio de chicas, que compraban furtivamente los jóvenes proletarios, con lo cual se les daba la impresión de que adquirían una mercancía ilegal». Al pedir a ChatGPT que escriba un relato erótico, su respuesta es la siguiente: «Lo siento, pero como soy una IA, no estoy programado para escribir contenido erótico o de cualquier otro tipo que pueda ser ofensivo o inapropiado». ¿Primará en los textos generados por la inteligencia artificial la libertad de expresión o la censura de contenidos? ¿Impulsará esta la inclusión o la discriminación? ¿Aumentará la pluralidad o facilitará la manipulación? No debemos olvidar que, para su entrenamiento, los algoritmos emplean textos escritos por humanos. Sus resultados son entonces, en cierto modo, síntesis de lo aprendido de nosotros. Así pues, ¿serán una forma de ponernos frente al espejo?
Cantando bajo la lluvia, El crepúsculo de los dioses, The Artist. Todas estas películas tratan sobre el mismo tema: la caída en desgracia de las estrellas del cine mudo cuando la irrupción del sonoro convirtió su arte en una reliquia en el Hollywood de finales de los años veinte. Bien por su voz, por su acento o por su gestualidad demasiado exagerada, ídolos como Gloria Swanson o Buster Keaton fueron sustituidos por otros nuevos con experiencia teatral o musical, como Greta Garbo o Gary Cooper. Un informe del Foro Económico Mundial apunta a que, entre 2020 y 2025, la combinación de automatización e inteligencia artificial destruirá 85 millones de empleos, pero a la vez hará que aparezcan 97 millones de puestos nuevos vinculados a ellas. ¿Cómo se sentiría un escritor al ver que ha sido reemplazado por una máquina y que su trabajo ya no es necesario? ¿Surgirá como profesión la de experto en el manejo de la IA para la creación literaria? ¿Hasta qué punto las obras de este serían suyas? ¿Dónde quedan los derechos de autor en el contexto de la inteligencia artificial?
«Las escuelas públicas de la ciudad de Nueva York prohíben el uso de ChatGPT a sus alumnos y maestros, preocupadas por su impacto negativo en el aprendizaje y la precisión de su contenido». «Un profesor pilla a un alumno de último curso de secundaria utilizando una inteligencia artificial para elaborar un trabajo sobre David Hume y la paradoja del horror». «Los colegios de Vigo se preparan para evitar plagios con los nuevos sistemas de IA». «Cinco formas de usar la herramienta ChatGPT en Educación». Son muchas las noticias que han aparecido en los medios de comunicación al respecto del impacto de la IA en la enseñanza. Muchos temen sus riesgos, mientras que algunos apuntan a sus oportunidades. ¿Cómo afectará el uso de aplicaciones de inteligencia artificial a la adquisición de capacidades de escritura por parte de niños y jóvenes? ¿Influirá esto en la creación literaria de las próximas generaciones?
La Fundación del Español Urgente, FundéuRAE, eligió «inteligencia artificial» como palabra del año 2022. Según el diccionario de la Real Academia Española, esta es «la disciplina científica que se ocupa de crear programas informáticos que ejecutan operaciones comparables a las que realiza la mente humana, como el aprendizaje o el razonamiento lógico». La propia RAE lanzó en 2020 el proyecto LEIA (Lengua Española e Inteligencia Artificial), una iniciativa con dos objetivos: procurar que se enseñe un español correcto a las máquinas y trabajar en el desarrollo de herramientas y aplicaciones que ayuden a los humanos a adquirir un buen uso del español. Por su parte, Facebook tuvo que apagar una IA que había desarrollado su propio idioma deformando el inglés para hacerlo más eficiente a su propósito. ¿Dictarán en el futuro las máquinas, a la par que los hablantes, la evolución de las lenguas? ¿Cómo afectará esto a la riqueza y precisión del lenguaje y, por tanto, a su potencial literario? Se estima que existen unas siete mil lenguas en el mundo. El asistente virtual de Google, el más políglota del mercado, habla menos de cuarenta. Es probable que la IA pueda escribir una novela en inglés o en español mucho antes que en lituano o samoano. ¿Causará la inteligencia artificial una brecha entre la literatura en lenguas mayoritarias y minoritarias?
Este libro trata de responder, a través de ejemplos y contribuciones de expertos, algunas de estas preguntas. Somos conscientes de que la rapidez del cambio tecnológico y social puede hacer que su contenido quede obsoleto a corto plazo, pero su intención es analizar el fenómeno en el momento histórico de su publicación. Todos los textos escritos por inteligencia artificial en los capítulos siguientes se han generado usando la aplicación ChatGPT. Si el lector quiere probarla, puede hacerlo en el siguiente enlace: https://openai.com/blog/chatgpt/.
Enero de 2023